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Se ha implantado un instrumento, más acorde a las demandas recogidas en los últimos dos años por parte de los bancos que de los ciudadanos, que mide a través de fracciones los riesgos que asumen los clientes al adquirir productos bancarios.
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El «aviso de riesgo» solamente es obligatorio en la fase inicial, conocida como información precontractual.
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Asufin vigilará que la clasificación de productos sea la correcta y pide la colaboración de los consumidores
En Septiembre del 2014 la CNMV (Comisión Nacional de Mercado de Valores) planteó un instrumento cuya función era medir los riesgos que acarreaban los diferentes productos financieros de los bancos. El desembarco de la escala de riesgo hace ya más de dos años, y que asumió el Ministerio de Economía en mayo de 2015, fue muy silencioso en las oficinas bancarias. Este instrumento surgió como una medida necesaria tras los miles de casos de la colocación indebida de productos bancarios que vieron la luz y la opinión pública. Prácticamente no habido noticia alguna de la implantación de este nuevo sistema. Si hubiese sido así, habría sido volver a confirmar la peligrosidad de sus productos y lo malamente gestionados que han estado por parte su parte. El organismo presidido por Elvira Rodriguez tenía la intención de «evitar problemas, como la venta en avalancha de participaciones preferentes de 2009 y que los clientes puedan conocer rápidamente que riesgo están asumiendo con cada producto».
Desde la proposición inicial de la idea, se han creado varios sistemas que indican el riesgo del producto. La constante modificación del instrumento se debe principalmente a las continuas quejas de los bancos, con las que el Ministro de Economía Luis de Guindos parece haber empatizado.
Finalmente el «semáforo» cede su lugar a las «indicador numérico en forma de fracción«. De Guindos ha tenido varios enfrentamientos con aquellos que conforman el sector económico (Bancos, aseguradoras, brockers, gestoras de fondos de pensiones…). El resultado de esto ha sido la creación de un instrumento que fuese menos dañino para la imagen de estas identidades. Resulta curioso que los bancos puedan pensar que un determinado color adjunto a uno de sus productos, pueda ser quien manche su imagen, y no las miles y miles de victimas que sufren las consecuencias de sus nefastas políticas.
El instrumento presente y final es indicativo de seis niveles, y por tanto queda conformado por 6 números, siempre de forma fraccionada. El 1/6 indica el menor riesgo y así de forma ascendente hasta llegar al 6/6, que es representativo del mayor riesgo. Esta clasificación pretende ser una advertencia de complejidad a través de la indicación numérica fraccionada. Pero, ¿Por qué se implanta este sistema cuando habían creado el semáforo de riesgo? Los bancos, tras el estallido informativo que dejó claramente expuesto al dominio público su mala praxis informativa, reguladora así como gestión necesitaba una herramienta extremadamente sencilla y perceptible que acompañase a sus productos. Tras quedar reflejado en la memoria individual y colectiva de los ciudadanos, la deliberada desinformación que llevaron acabo al colocar sus productos, se vieron obligados a «explicar» los riesgos que estos llevan de forma implícita.
Originalmente la idea para estipular el riesgo de cada producto era un semáforo: Verde oscuro representaba el menor riesgo, y como suele suceder el rojo intenso representaba el mayor grado de este mismo. En consecuencia el verde ahora es un 1, y el rojo es un 6. El rojo, un color utilizado para las señales de STOP, Prohibido el paso así como detención inmediata en la circulación. Un color que curiosamente ahora representa productos financieros de altísimo riesgo, cuando antes eran colocados con bastante asiduidad e inconsciencia. Ni una advertencia, color, fracción, señal, mensaje… Nada acompañaba a estos productos que durante años fueron colocados a clientes con total regularidad.
Según Psicología de Colores el rojo es el color que en las mentes humanos y la interpretación psicológica de estas mismas, nos suscita y evoca a pensar en: «amor pero también odio» «color de los reyes y comunismo» y «peligro». Es conclusión, el rojo lo relacionamos con un poder que podemos rechazar así como temer, y los bancos no quieren ser relacionados con este color. Finalmente los bancos tendrán productos de alto riesgo que serán señalizados con un 6/6. Algunos de los productos que llevarán esta fracción serán: las acciones, la deuda privada, los pagarés y las cédulas. Todo estos productos tienen una característica en común: Por fin hay un determinado momento donde se avisa al cliente de no está garantizado la recuperación del capital inicial.
Este «determinado momento» es existente pero casi efímero, ya que solo acontece en la fase precontractual. Los anuncios se libran de tener que ir con el mencionado aviso de riesgo. No se puede ver ningún aviso de «peligrosidad» ni en los carteles de los escaparates, páginas web ni en los folletos.
Ciertamente la normativa es poco específica en este campo, lo cual sorprende ya que el «aviso de riesgo» solamente es obligatorio en la fase inicial, conocida como información precontractual, donde precisamente reside toda la razón de ser de la publicidad.
El planteamiento tras la aplicación de dicho producto de forma obligatoria para los bancos puede parecer un avance (y en cierto sentido puede serlo) pero en gran medida protege más a los bancos que a los ciudadanos. La mayoría de las sentencias ganadas contras estas entidades (www.asufin.com) han sido a favor de los ciudadanos porque los jueces han considerado que hay una clara desinformación por parte del banco: de nada sirven las leyes si no se cumplen, estén a favor de quien estén.
El Banco Santander, como todas las entidades bancarias, tenía productos que entraban en los seis fracciones (o colores). Según el manual de conducta de la entidad, los Valores Santander se clasificaban como rojo. A pesar de esto , en las órdenes de compras este producto de altísimo riesgo y que ha causado grandes estragos para los adquirientes, aparecía como amarillo. De esta manera, y en palabras de la presidenta de ASUFIN, Patricia Suárez «Se engañaba al cliente y también al comercial encargado de colocarlo, haciéndoles creer que era un producto de riesgo medio y capital garantizado, cuando era todo lo contrario«.
ASUFIN invita a todos los consumidores bancarios a que remitan las fichas al email semaforo@asufin.com, comprobaremos que está bien clasificado y lo haremos público en esta web
Por esto mismo, ASUFIN ha iniciado un proyecto para vigilar exhaustivamente que los productos estén correctamente clasificados y con la información pertinente. Solo así el cliente puede adquirir productos bancarios sin que más tarde tengan que pagar las consecuencias de las nefastas políticas bancarias (teóricas y prácticas). ASUFIN invita a todos los consumidores bancarios a que remitan las fichas al email semaforo@asufin.com, comprobaremos que está bien clasificado y lo haremos público en esta web.
Este instrumento medidor de riesgo, permite la emisión de una cobertura informativa que el banco en realidad no esta teniendo. Un banco debe constantemente informar a su cliente, y más si esta poniendo a este en riesgo. A este hecho se le suma, que encima las entidades siguen sin querer ser relacionadas con la posibilidad de ser responsables de productos de riesgo. No quieren asociación alguna con esta palabra, como si tuviesen el derecho a decidir esto tras su historial, como si tuviesen derecho a elegir si visten o no de rojo a sus productos.